LA MÁS CIENTÍFICAS DE LAS CULTURAS INDÍGENAS.

Los sacerdotes fueron excelentes astrónomos y elaboraron el calendario más exacto de cuantos existieron en todo el mundo antes del siglo XVI.

Tenía 18 meses, 20 días ,y 5 días adicionales con un sistema muy complicado de corrección, algo así como nuestro año bisiesto, para compensar la diferencia de 365 días del año civil con los 365 días y 6 horas que dura el solar .Por este calendario se regían las labores agrícolas. Además tenían otro calendario para fiestas religiosas, 13 meses y 20 día. Ambos se relacionaban entre sí, y una vez cada 52años el día en ambos era el mismo con igual número y nombre.

Los mayas también superaron a todos los pueblos de América al tener una fecha inicial o, punto de partida en su cronología, como es para nosotros por ejemplo el nacimiento de Cristo.

Uno de sus edificios, denominado el Caracol, por la escalera interior en espiral que termina en una habitación circular, sugiere la idea de que los templos eran también observatorios astronómicos. La ciudad de Copán, en el período clásico fue sin duda el centro astronómico más importante, pues entre las ruinas encontradas figura un altar con la fecha 776 y en relieve aparecen representados los sabios de 16 ciudades reunidos nada menos en lo que pudo haber sido un congreso de astrónomos en tan remota fecha.

La preocupación de los sacerdotes mayas por predecir las estaciones para el mejor rendimiento de la agricultura y de los acontecimientos astronómicos para celebrar sus ritos religiosos fue realmente obsesiva.

En sus cálculos matemáticos pudieron proyectar el calendario millones de años hacia el pasado y hacia el futuro, según lo demuestran numerosas inscripciones encontradas en las ciudades, especialmente la estela de Quiriguá. Tal parece que para los mayas el tiempo no tenía principio ni fin. Crearon un sistema vigesimal e inventaron un signo equivalente a nuestro valor cero, casi por la misma época en la India se lograba tal progreso. La numeración era a base de puntos y barras. Un punto equivalía al 1 y una barra al 5.

La escritura de jeroglíficos fue el tercer logro científico de los mayas. El término jeroglífico proviene de las palabras griegas, hieros que significa sagradas y gliphos, que significa signos. Los signos mayas representaron inicialmente ideas y más tarde sonidos. Esta escritura la hicieron en piedra y en hojas de maguey. Las inscripciones grabadas en piedra abundan en los centros ceremoniales y tratan del tiempo y de los dioses. En la ciudad de Copán, se encontró la llamada “Escalera jeroglífica”, con cerca de 2000 inscripciones.

De la escritura en hojas de maguey se conservan solamente tres códices, verdaderos libros de hasta 7 metros de largo, de hojas plegadas en forma de biombo, y con signos, barras y dibujos por ambas caras.

El primero de estos códices se conserva en la ciudad alemana de Dresde, el segundo en París, y se denomina Pereseano, y el tercero se guarda en Madrid, y se denomina códice Trocortesiano. Lamentablemente es muy poco lo que se ha podido descifrar de esta escritura. Se han podido encontrar también dos célebres libros El Chilar Balam, apenas descifrado, y el Popol Vuh, escrito en lengua maya-quiché por un príncipe indio de Guatemala que se hizo fraile en el siglo XVI. El Popol Vuh, se ha podido traducir y contiene las antiguas creencias de los mayas-quichés.